dimarts, 22 de desembre del 2015

El gordo cae en Barcelona.

En forma de preacuerdo entre la CUP y Junts pel Sí. Por fin. Se ha hecho esperar, pero ha valido la pena. Un pacto que habrá de corroborar la asamblea cupaire el próximo domingo y que contiene tres elmentos principales (tres premios) y una pedrea: a) Mas es presidente con plenitudo potestatis. Muy acertado. Con independencia de otras consideraciones, el hombre lo merece. b) Programa de choque y emergencia para acometer la tarea de recuperar lo perdido por culpa de la crisis y su gestión neoliberal. c) Acuerdo sobre no desahucios que, aparte de ser de justicia, atraerá a la gente de En Comú.

Enhorabuena a tod@s. A Junts pel Sí, a la CUP, a tod@s los que, poniendo por delante los intereses de Cataluña, han sabido ser flexibles. Y enhorabuena a los cientos de miles de militantes, votantes y simpatizantes que han aguantado tres meses de indecible tensión en un clima de entendimiento y moderación ejemplares, sin que nadie perdiera los nervios salvo ocasionalmente. Un gran ejemplo.

Un abrazo a David Fernández. Permítaseme este pequeño desahogo personal.

Siempre confié en que el acuerdo sería posible. Y lo ha sido.

El momento es estratégico. Un gobierno fuerte en Cataluña, con respaldo parlamentario más que suficiente para defender los intereses de Cataluña y un absoluto desgobierno en España. En el Estado, un partido que es más una asociación de malhechores, dirigida por un presunto corrupto, cobrador de sobresueldos, ha perdido unas elecciones que tampoco ha ganado nadie porque sus rivales, sin ser corruptos ni tan detestables como el partido del desgobierno, son bastante desastrosos, tanto los de la "vieja política" como los de la "nueva" que es más vieja que la vieja. Y mucho más ridícula, por cierto. Acabo de oír por la radio que, rebosante de ínfulas, Pablo Iglesias ha llamado a todos los demás cabezas de listas (excepto a Garzón, lo cual retrata su miseria moral), que no se le han puesto al teléfono, excepto su amigo Rajoy quien le ha dicho que ya lo llamará cuando le toque. ¿Nadie en Podemos tiene un adarme de sentido común para hacer ver a este engreído que no solamente no ha ganado las elecciones sino que, en el fondo, las ha perdido y que debe esperar el turno a que lo llamen?

Ridículos típicamente hispánicos aparte, la ironía de la historia quiere que en España sea prácticamente imposible formar gobierno y que, de poder formarse en la izquierda, la llave la tengan los independentistas catalanes. Realmente es un sarcasmo al que, con toda probabilidad, lo más tenebroso y oscuro del nacionalismo español (tanto del PP como del PSOE) intentará sobreponerse con alguna forma de gobierno de salvación nacional de las de siempre.

Al final se ha producido la paradoja que Palinuro lleva meses anunciando: un gobierno fuerte cap à la independencia en Cataluña y ningún gobierno en España o muy débil, incapaz de hacerle frente.